TikTok se dividirá: nueva app solo para EE.UU. en septiembre

Iniciado por AXCESS, Hoy a las 12:07:47 AM

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Hay aplicaciones que trascienden su propia categoría y se convierten en espejo de su tiempo. TikTok es el ejemplo perfecto: en apenas unos años ha transformado la forma en la que consumimos entretenimiento, aprendemos, compramos o nos informamos. Su éxito, sin embargo, ha sido proporcional a las sospechas que ha generado en gobiernos occidentales. Ahora, con más de 150 millones de usuarios en Estados Unidos, la plataforma afronta su mayor amenaza en el país que más ha contribuido a su expansión global.

La situación se remonta a principios de este año, cuando entró en vigor una ley aprobada en 2024 que exige a ByteDance, la matriz china de TikTok, vender la aplicación a inversores no chinos si quiere seguir operando en Estados Unidos. El argumento oficial se basa en la seguridad nacional: temen que los datos de los usuarios estadounidenses puedan acabar en manos del gobierno de Pekín. Aunque la empresa siempre ha negado estas acusaciones, la presión política no ha cesado y, tras varias prórrogas, el reloj avanza inexorable hacia la fecha límite.

Según informa The Information, ByteDance estaría ultimando un acuerdo con un grupo de inversores no chinos, entre los que destacaría Oracle. La operación permitiría transferir la mayoría de la propiedad a este consorcio, mientras ByteDance mantendría una participación minoritaria, algo que la normativa permite y que garantizaría a la compañía china seguir vinculada, en parte, al futuro de la plataforma.

En paralelo a la negociación, ByteDance está desarrollando una versión independiente de TikTok destinada exclusivamente a Estados Unidos. El plan es ambicioso y contempla su lanzamiento para el 5 de septiembre de este mismo año. Desde ese momento, los usuarios estadounidenses tendrán hasta marzo de 2026 para migrar a la nueva aplicación, ya que la versión global dejará de funcionar en el país. Esta separación supone un paso histórico, no solo para la plataforma, sino para la concepción misma de la globalización digital.

El principal escollo para cerrar el acuerdo no está, curiosamente, en Washington, sino en Pekín. El gobierno chino mantiene capacidad de veto sobre la operación y, hasta ahora, no se ha pronunciado a favor de autorizar la venta. Esta incertidumbre aumenta la tensión política en ambos lados del Pacífico y obliga a todas las partes a moverse con cautela para no dinamitar un negocio que genera miles de millones de dólares en ingresos publicitarios.

En el trasfondo de esta operación aparece, claro, la figura de Donald Trump, actual presidente estadounidense y principal defensor de un TikTok «americanizado» frente a su propio partido. Tras haber prorrogado el veto en tres ocasiones, Trump afirmó recientemente que iniciará conversaciones con el gobierno chino esta misma semana para intentar salvar la aplicación. Su postura responde tanto a un cálculo electoral –TikTok es extremadamente popular entre los jóvenes, un voto clave en su estrategia– como a un intento de desmarcarse de las voces más proteccionistas de su administración, pese a que fue también su propia administración, en su anterior mandato, quien inició la persecución a esta red social.

La historia de TikTok en Estados Unidos está lejos de resolverse. Su posible fragmentación en dos aplicaciones diferentes, con contenidos, normativas y servidores distintos, marca un precedente sobre la fragmentación digital global. Lo que nació como una plataforma de bailes virales y retos humorísticos se ha convertido en el epicentro de una guerra geopolítica silenciosa. Y mientras tanto, millones de creadores y empresas que dependen de ella para vivir miran con incertidumbre un futuro cada vez más condicionado por decisiones que nada tienen que ver con los vídeos que suben a diario.

Quizá sea este el verdadero mensaje que nos deja TikTok hoy: la tecnología que nos conecta también puede dividirnos cuando los intereses políticos y económicos superan la voluntad de los usuarios. En un mundo donde la información circula sin fronteras, los muros digitales no hacen más que recordarnos hasta qué punto dependemos de decisiones que se toman lejos, muy lejos, de la pantalla que sostenemos cada mañana.

Fuente:
MuyComputer
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