No había visto este post, y me parece muy interesante.
Hablan de varias cosas, pero me centraré en la interrogante primaria, emitiendo juicio.
“¿Es bueno tener enemigos?”
Por enemigos se entiende todo aquello que es opuesto o contrario (independiente de si es positivo, justo, cierto, etc., o no); en este caso se pudiera reducir al entorno de nuestra persona, o al de este campo de profesión.
Cada cual cree tener sus razones… y ser el lado positivo o acertado. Y cada ser humano lleva en sí al hombre ideal, imagen de Dios; y al enemigo deplorable, a semejanza del Diablo.
Un sabio, declaraba que:
“Triste cosa es no tener amigos, pero más triste es no tener enemigos, porque quien enemigos no tenga, es señal de que no tiene: ni talento que le haga sombra, ni bienes que se le codicien, ni carácter que impresione, ni valor temido, ni honra de la que se murmure, ni ninguna otra cosa buena que se le envidie”. **
Tal pareciese que forma parte de la vida y su esencia, la tangente opuesta, y por ello todas las consecuencias que conllevan.
Un punto de vista positivo, es el saber canalizar toda esa oposición en una mejora, perfección, o superación de lo que somos y nuestras capacidades. De las personas opuestas y contrarias siempre se aprenden lecciones acertadas. Ya por experiencia sí puedo declarar que, no hay persona mala de la cual no se pueda sacar una enseñanza, convirtiéndote en mejor persona, o con mejores cualidades. No importa el precio. Y es que, sin tentación y batalla, no habría ocasión para demostrar lo que valemos y lo que pudiéramos llegar a ser, siendo merecedores del éxito, la victoria, verdad, y gloria.
Pudiera perderse el rumbo, y convertirnos en aquello a lo que en principio no aceptábamos, hacíamos rechazo, o entrabamos en contradicción. Es muy común el ver como las personas con el curso de la vida van cambiando, haciendo concesiones, adaptándose a sus intereses u ambiciones, protegiéndose del dolor o la tristeza; y llegan a no reconocerse de lo que en un principio eran. Es la evolución o “involución” a la cual siempre conducen los conflictos y adversarios.
Pero el tener enemigos no es algo que esté en nuestras manos y control de aceptar o no, o de escoger. Con nuestra mera existencia siempre habrá un contrario, ya sea ajeno, o propio (enemigo de nosotros mismos). Es cierto que el nivel de atención y percepción que le demos definirá mucho el impacto del conflicto hacia nosotros: “…eres tan malo, y fementido, que aun para aborrecido no eres bueno”; “pobre en cualidades, insignificante en dones, y mediocre en envidias”; ya los antiguos tenían por cierto.
Por otro lado, están los enemigos que a conciencia y decisión se crean.
Ningún enemigo es bueno; y no hay cosa por pequeña o insignificante que fuere, que no pueda llegarle a uno. Lo he visto y vivido, sobre todo en las relaciones de poder.
En estos tiempos, ya ven como un virus, algo tan “minúsculo” y arcaico, ha golpeado y cambiado el curso de la vida moderna y su arrogante civilización.
Ser sabio con mis enemigos, fiel a mis virtudes, y despiadado contra la maldad; aspirando a conocer a Dios algún día. Tengo por verdad en camisa, poco menos que desnuda para mi vida.
Ya en el mundo de la informática, el progreso es posible (y en gran medida) gracias a los llamados “hackers de sombrero negro”, y a su constante asedio sobre la seguridad. Incluso son los mejores pagados y codiciados por las agencias gubernamentales de seguridad.
Sin extenderme más; gracias por la invitación a la reflexión.
**cita: Baltasar Gracián (1601-1658)